miércoles, 29 de agosto de 2012

"COMO LOCOS", película de Drake Doremus

    Una de las partes que más me llaman la atención en las casas son las terrazas. No sé por qué desde pequeña siempre pensé que una buena casa se medía dependiendo de lo grande que fuera su terraza. Me daba igual que el piso fuera minúsculo. Pequeño. Que casi no cupieras. Supongo que este pensamiento lo tengo porque me he criado en un lugar con playa y en el que casi los 365 días del año, hay sol. Creo que si viviera en el norte donde suele llover más, me podría ir olvidando de hacer vida en la terraza, que es lo que yo siempre he querido hacer. 

    A parte de mi habitación, el segundo lugar que más me gusta de mi piso azul es, como habrás adivinado visitante, mi terraza. No es que sea enorme, pero me caben una mesa y dos sillas. Y con eso soy feliz. Cada vez que viajo a algún sitio, y me acuerdo de cosas que me han pasado en mi edificio, casi todos los recuerdos están asociados a mi ventana o a mi terraza. Supongo que siempre hay que tener una vía de escape. Supongo.

    El caso es que, ahi estaba yo: en mi terraza. Respirando profundamente el aire que venía de la montaña con una mezcla de salitre cuando escuché un diálogo procedente de la habitación de mi vecino de al lado. En este punto he de decir que la ventana de mi habitación y mi terraza están pegadas la una a la otra, y como las paredes son de papel...En décimas de segundo llegué a mi habitación y me asomé por la ventana. Mi vecino de al lado estaba viendo una película: "Como locos", de Drake Doremus.

    Anna (Felicity Jones), una joven británica que estudia en la universidad de Los Ángeles, se enamora de Jacob (Anton Yelchin), un joven norteamericano, pero ambos se ven obligados a separarse cuando a ella no le renuevan el visado estadounidense para permenecer en los EE.UU. Anna regresa a Londres, y la pareja se ve forzada a mantener una relación a distancia.

    No es nada nuevo hacer una película que trata sobre el amor a distancia, lo realmente difícil es hacer una película que refleje tan sumamente bien y de una forma tan delicada los sentimientos que despiertan este tipo de amores. La manera en que cuando se separan no les queda más remedio a sus protagonistas que seguir con sus vidas, con sus sueños, con sus aspiraciones...pero juntos, constituyendo esto a veces un problema y en otras ocasiones la solución. Y todo por una pequeña "locura". 

    Así que es una película encantadoramente sensible, sin rallar la cursilería, con un montón de detalles que harán que no te despegues de la pantalla...hasta esa imagen final, para mi, perfecta.  Una película que trata sobre el destino...o no.

P.S: I want you. I need you. I love you. I miss you. Like crazy.

   

viernes, 10 de agosto de 2012

"SIEMPRE TUYO", Daniel Glattauer

    Busqué entre los pliegues de mi bolso las llaves escondidas hasta que, por fin, di con ellas. Haciendo malabarismos con las cosas que llevaba en la mano pude, ayudándome de mi rodilla, abrir la pesada puerta que separaba la calle llena de vida con la paz del interior de mi edificio. En un ataque de responsabilidad extrema recordé que hacía días que no miraba mi buzón. No es que soliera encontrar nada del otro mundo: facturas, publicidad y muestras de esa tienda con nombre francés que me gusta tanto, pero ¡ey! soy yo, siempre me dejo las cosas para el último momento. Bien, como decía, mientras recogía las cartas no puede evitar fijarme en el buzón que se encontraba a la izquierda del mío. En él sobresalía la esquina de un libro. Miré a mi alrededor para asegurarme que no me observaba nadie y saqué el libro: "Siempre tuyo" de Daniel Glattauer. Llevaba pegado un pósit con algo escrito. Sin pensármelo dos veces lo guardé en el bolso, cerré mi buzón y subí rápidamente por las escaleras que me llevarían sana y salva a mi habitación azul. Sin apenas dejar mi bolso en su sitio me tumbé en la cama dispuesta a "echarle un vistazo rápido" al libro, con la intención de devolverlo en seguida, pero... 

    Judith conoce accidentalmente a Hannes en el supermercado. Unos días después, él se presenta en su pequeña y exclusiva tienda de lámparas. Hannes es arquitecto, está en su mejor momento y es el yerno con el que cualquier suegra soñaría. También los amigos de Judith quedan seducidos de inmediato, pero ¿por qué ella no es capaz de dejarse llevar y disfrutar de su nueva situación? 

     Creo recordar que el primer libro con el que sentí angustia fue "Misery", de Stephen King. Y este es, sin lugar a dudas, el segundo. Durante toda la novela acompañaremos a Judith en su recorrido hacia la locura, una locura que nosotros sentiremos al mismo nivel que ella y en el mismo grado. Te planteas si, realmente Hannes es lo que aparenta o por el contrario Judith tiene toda la razón al sentir cómo el arquitecto se obsesiona con ella. 

     La trama está hilada de una manera muy interesante, los personajes, sobre todo Hannes y claro, Judith, con una psicología muy definida, la relación entre la familia y los amigos está muy conseguida...En fin, un libro que produce rabia conforme lo vas leyendo y con un final sorprendente. Totalmente recomendable.

     Cuando me di cuenta, había acabado el libro. Desde mi ventana caía la noche cerrada y yo, con un libro que no era mío. Bajé corriendo las escaleras sin apenas hacer ruido y temiendo que alguien pudiera verme o, quien sabe, que me cruzara con su dueño, mi vecino de al lado. Respiré tranquila cuando lo coloqué de la misma manera en que lo había encontrado con una esquinita asomando por fuera del buzón. 

    Cuando, por fin, entré en mi habitación, encontré tirado en el suelo el pósit que llevaba pegado en la portada y a continuación del título de la novela. En él se podía leer: " ...como siempre ha sido." Al lado, una firma inteligible.

jueves, 2 de agosto de 2012

La chica que recicla corazones

Estoy tecleando tan rápido que apenas puedo sentir el dolor que atormenta mi cabeza. Mientras, pienso que ojalá el viento que mueve los árboles más allá de mi cristal borre esta niebla que se ha instalado en mi mente, que no me deja pensar, no me deja ver, no me deja recordar. Entre tecla y tecla escucho la melodía de piano que, a través de mi pared azul, atraviesa su pared, la de mi vecino de al lado. Y es ahora cuando esa niebla se disipa y me deja recordar aquella ventana, aquellos sueños...aquella chica con coleta cansada de esperar. P.S.: ¿Se llenarán los bares de nuevas soledades? ¿Serán las mismas soledades, más tristes, más cansadas? ¿Me mirarán esos mismos ojos al final de la barra cantando un viejo Rock n' Roll?